jueves, 19 de junio de 2008

Sigfried: la historia continua.


El martes 17 de junio de 2008, decidí continuar la historia wagneriana del Anillo en el Palau de les Arts, tras haber asistido en mayo del año pasado a las dos primeras óperas del ciclo. El nivel había estado muy alto y así continuó con la segunda jornada. La coherencia de estos espectáculos totales es absoluta. Mi butaca de último minuto en Platea Alta, me permitió ver y escuchar el espéctaculo casi desde el mejor sitio de la sala donde mejor se podía percibir.


El nivel escéenico siguió elevado, con un segundo acto encantador y maravilloso, con ese móbil que ya vimos en Walküre haciendo de árbol y una escena simple pero impactante gracias al dragón, que sobrevoló el foso de la orquesta y a los figurantes, que aquí si crearon el efecto deseado. En el primer acto, me gustaron también todos los recuerdos a los dramas anteriores con las imágenes de Sieglinde (madre de Sigfried) y durante las preguntas entre el Caminante (Wotan) y Mime, pero este aspecto de los figurantes, excepto en la forja de la espada, se me escapó: el oso que trae Sigfried, no me gustó para nada, no se entendía lo que era exactamente y los limpiadores pasando con las mopas de vez en cuando, tampoco. El tercer acto, me encantó escénicamente, especialmente las dos primeras escenas y el principio de la tercera: esos viajes por los paisajes montañosos y esa salida de Erda de la tierra, con ese globo terráqueo que ya apareció en Rheingold, y posteriormente la llegada de Sigfried a la roca donde reposa Bruhnilde, para mí fueron momentos de emoción absoluta. Excelente trabajo de la Fura, con Carlus Padrissa a la cabeza.


Musicalmente, el nivel también estuvo muy elevado y siguiendo la idea de sus predecesoras: el Caminante (Wotan) fue de nuevo Juha Uusitalo, que aunque con un comienzo algo dubitativo, o eso me pareció a mí y bastante flojo, en seguida nos transmitió con fuerza y un excelente fraseo, su nuevo peronaje entre el dios y la persona. Fue un Caminante muy creíble. El Sigfried de Leonid Zakhozhaev no tiene la voz apropiada para el rol, pero logra salvar el personaje gracias a la escena y a su preciosa voz de lírico que puede controlar y sobrepasar a la orquesta en la mayoría de los casos. Pero llegó muy fatigado a la escena final con Brühnilde, teniendo que hacer mucha fuerza desde el diafragma y muy apurado para poder acabar el papel dignamente: y lo logró. Ésta, encarnada por Jennifer Wilson, volvió a demostrar que es una Brühnilde excepcional: qué agudos y qué homogeneidad en todo el registro. El Mime de Gerhard Siegel, me pareció estupendo tanto en el nivel escénico como vocal: con una voz clara y sin dificultades ni en el registro ni en salir por encima de la orquesta. El Alberich de Franz-Josef Kapellmann no me entusiasmó en su corto papel: lo vi demasiado forzado en el canto. La Erda de Catherin Wyn-Rogers, fabulosa, con un canto de verdadera emoción coin relación al texto, al contemplar de nuevo el mundo y enterarse de las nuevas traídas por el Caminante. El Fafner de Stephen Milling y el Pájaro de Olga Peretiatko cumplieron sus breves papeles excelentemente, esta última colgada con arneses todo el rato.


La orquesta sigue y esperemos que por mucho, con el elevado nivel que ya demostró durante la primera temporada. Un lujo absoluto, aunque con algunos fallos en el viento metal que en la orquesta del auditorio valenciano no suceden. Zubin Mehta continuó con su visión del Anillo, siempre respetuoso al texto y atendiendo a las necesidades de los cantantes. Conclusión: disfruté como un enano (no como Mime) jajaja.


El año que viene más y esta noche a ver el espectáculo Anell de llum en los exteriores del Palau de les Arts, con partes escénicas y musicales del Oro y Valquiria.

1 comentario:

  1. Coincido contigo. Lo único que Wyn-Rogers, que no cantó mal, a mí no me transmitió nada en absoluto.

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