miércoles, 16 de enero de 2008

El convento musical

Viernes 11 de enero de 2008, hora no muy exacta de la tarde, noche cerrada sobre el suelo de madera de un aula con dos pianos de cola, luz mortecina y sonido luminoso, grande y vibrante.

Concierto 23 de MOzart, se para en seco tras un pasaje del tercer movimiento...silencio, solo silencio... miro por la ventana, todas las aulas que dan al claustro del antiguo convento de las carmelitas están a oscuras. Decido estirar las piernas y salgo, de paso, hacia el banyo, cierro la puerta de mi celda, la más lujosa del segundo piso (C210a). El primer tramo del pasillo está ligermanete iluminado por la luz de las escaleras que bajan... y suben? a otras partes del convento. Dejo que la negra oscuridad mágica me sorprenda y no enciendo la luz, el suelo de madera antigua cruje bajo mis pisadas (no hay ni un alma viviente estudiando, y eso que llegan los exùamenes), pero al girar al segundo tramo me sorprende una más espesa oscuridad y decido volver atrás mis pasos para que la luz me guíe... no quiero que se me aparezca el espíritu de una monja. Enciendo todas las luces de neón con sabor a aula o a centro comercial... y trùas mi paseo, regreso a mi celda con dos piano de cola, apagando todo de nuevo... ni un alma puebla ni un rincùon del segundo piso.

Al rato llega una hermana a la celda de al lado... y empiezan los diálogos de carmelitas, pero no de Poulenc... yo Mozart, ella Bach; yo Chopin, ella también romántico... y a las 20:30H se marcha y me marcho, y todo se queda en silencio para que los espectros de las carmelitas puedan tocar sus instrumentos... ignorando el voto de silencio, al menos en materia musical.

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